Opinión

La inteligencia artificial como palanca para una universidad centrada en el estudiante, según Miguel Arrufat
En un mundo en constante cambio, la educación superior se ve en la necesidad de reinventarse para dar respuesta a las demandas de una nueva generación de estudiantes: los “centennials”.
En este contexto, la intervención de Miguel Arrufat, promotor de la Universidad Internacional de La Rioja, en el I Congreso Futuro Iberoamericano, ha arrojado luz sobre cómo la inteligencia artificial (IA) puede ser la gran aliada para construir una universidad más centrada en el alumno, más flexible y más eficaz.
El congreso, celebrado en Madrid los días 30 y 31 de octubre en Casa América, fue organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Fundación Encuentros del Futuro, y contó con la participación de Su Majestad el Rey Felipe VI.
Este evento de primer nivel reunió a figuras destacadas de la ciencia, la política y la educación para debatir sobre los desafíos del futuro, y la educación en la era de la IA fue uno de los temas centrales.
El estudiante como protagonista de la transformación
Lejos de visiones apocalípticas, Miguel Arrufat Pujol presentó una perspectiva en la que la IA no reemplaza, sino que potencia el factor humano en la educación.
“En cinco años la IA va a cambiar totalmente la universidad”, afirma, pero este cambio, lejos de ser una amenaza, es una oportunidad para poner, de una vez por todas, al estudiante en el centro del sistema.
La clave está en entender las necesidades y expectativas de los jóvenes, nativos digitales que demandan una experiencia educativa “ágil, interactiva y alineada con sus necesidades”. Los estudiantes de hoy, especialmente los centennials, representan el 75% de la fuerza laboral proyectada para 2025.
Este grupo demográfico ha crecido en un mundo digital, está permanentemente conectado y tiene expectativas muy diferentes a las de generaciones anteriores. Para ellos, la educación no es solo un medio para obtener un título, sino una experiencia que debe ser relevante, personalizada y adaptada a su ritmo y estilo de vida.
Quienes no comprendan y no se adapten a estas nuevas expectativas corren el riesgo de perder relevancia y de ver cómo sus estudiantes migran hacia opciones más alineadas con sus necesidades.
Tres perfiles de estudiantes frente a la IA
En el análisis, se identificaron tres perfiles de estudiantes en relación con el uso de la IA, un análisis vital para entender cómo personalizar la respuesta educativa.
Estudiantes con dependencia de la IA
El primer grupo, y el más preocupante, es el de estudiantes que han desarrollado una dependencia de la IA que debilita su autonomía de aprendizaje y el desarrollo de sus hábitos intelectuales. En lugar de utilizar la inteligencia artificial como una herramienta de apoyo, la convierten en una muleta que les impide desarrollar sus propias capacidades de análisis, síntesis y pensamiento crítico.
Este fenómeno plantea un desafío pedagógico importante. Las universidades deben educar a los estudiantes en el uso crítico y responsable de la IA. Ha de enseñarles a distinguir cuándo su uso es apropiado y cuándo no, y cómo utilizarla de manera que complemente y potencie, en lugar de sustituir, su propio esfuerzo intelectual.
Se trata de formar estudiantes que sean usuarios inteligentes de la tecnología, no dependientes pasivos de ella.
Estudiantes que usan la IA como palanca
El segundo perfil es el del estudiante que, con una base intelectual sólida y hábitos de estudio consolidados, utiliza la IA para potenciar su aprendizaje y “legar más lejos y más rápido. Este es, sin duda, el modelo ideal de integración de la IA en el proceso formativo.
En este caso, la tecnología es un trampolín que les permite ser más eficientes. Por ejemplo, pueden explorar áreas de conocimiento que de otro modo les resultarían inaccesibles, profundizar en temas complejos con mayor facilidad y desarrollar competencias avanzadas.
Estudiantes que usan la IA como atajo
El tercer perfil, igualmente problemático, es el del estudiante que ve en la IA un “atajo” para simular el logro académico con el mínimo esfuerzo. Este uso fraudulento de la tecnología no solo perjudica al propio estudiante, que no adquiere los conocimientos y competencias necesarios, sino que también socava la credibilidad del sistema educativo.
La personalización del aprendizaje: del sueño a la realidad
La personalización del aprendizaje es, en este sentido, el santo grial de la educación del siglo XXI, y la IA es la tecnología que finalmente nos permite alcanzarlo.
Durante décadas, los pedagogos han soñado con una educación capaz de adaptarse al ritmo, los intereses y las necesidades de cada estudiante. Sin embargo, las limitaciones de recursos y la masificación de la educación superior hacían que este sueño fuera prácticamente inalcanzable.
La inteligencia artificial cambia radicalmente este panorama. Arrufat ha descrito un futuro en el que los itinerarios formativos se adaptan a cada estudiante, en el que los asistentes virtuales ofrecen un apoyo constante y en el que los laboratorios permiten un aprendizaje práctico y experiencial.
Los asistentes virtuales, por ejemplo, pueden acompañar al estudiante en su proceso de aprendizaje. Ofrecen explicaciones personalizadas, recuerdan sus dificultades previas y adaptan el contenido a su nivel de comprensión.
Asistentes virtuales con memoria de aprendizaje
En UNIR se está trabajando en el desarrollo de asistentes virtuales que operan sobre un lago de contenidos curado, cerrado y estructurado. Estos asistentes pueden responder preguntas, proporcionar explicaciones adicionales, formular preguntas de autoevaluación y recordar al estudiante los conceptos en los que ha tenido dificultades en el pasado.
Imaginemos a un estudiante de primer año de Derecho que está paseando por el campo y tiene una duda sobre el concepto de “concurso doloso”.
Puede sacar su teléfono móvil, preguntarle al asistente virtual que le explique el concepto, pedirle que le amplíe la información, que le ponga ejemplos prácticos o que le formule preguntas para evaluar su comprensión.
El asistente, que conoce el historial de aprendizaje del estudiante, puede recordar que hace un mes falló una pregunta sobre este tema y puede repetirle esa pregunta para verificar que ahora sí lo ha comprendido.
Entornos prácticos: laboratorios virtuales y simulación aplicada
Los laboratorios virtuales y los simuladores representan otra dimensión de esta transformación.
Estas herramientas permiten a los estudiantes experimentar con situaciones reales en entornos controlados. Podrán desarrollar competencias prácticas sin los riesgos o costes asociados a los laboratorios físicos.
Un estudiante de medicina puede practicar intervenciones quirúrgicas complejas, un futuro ingeniero puede diseñar y probar estructuras, y un estudiante de derecho puede simular juicios. Todo, en un entorno virtual que ofrece retroalimentación inmediata y oportunidades ilimitadas de práctica.
Los desafíos de la evaluación en la era de la IA
Este nuevo enfoque, sin embargo, no está exento de desafíos. Habrá una mayor necesidad de educar en el uso crítico y responsable de la IA, para evitar una dependencia que merme la capacidad de análisis y el pensamiento autónomo de los estudiantes.
La educación no consiste sólo en proporcionar información o en facilitar el acceso al conocimiento. En realidad, se trata de que los estudiantes desarrollen capacidades intelectuales que les permitan aprender de manera autónoma, pensar críticamente y resolver problemas complejos.
Asimismo, hay que repensar los sistemas de evaluación para garantizar su fiabilidad en un entorno en el que la autoría de los trabajos puede ser fácilmente cuestionada. La evaluación continua, un pilar fundamental de la educación superior moderna, pierde fiabilidad cuando los estudiantes pueden utilizar la IA para generar trabajos sin un verdadero aprendizaje.
En UNIR se está trabajando en sistemas que permitan recuperar la validez de la evaluación continua. Esto puede incluir el uso de herramientas de detección de contenido generado por IA, la implementación de evaluaciones orales o presenciales, el diseño de tareas que requieran una reflexión personal que la IA no pueda replicar, o la combinación de diferentes métodos de evaluación que proporcionen una imagen más completa del aprendizaje del estudiante.
Una universidad que aprende a aprender
La visión de UNIR es la de una universidad que no teme a la tecnología, sino que la abraza para mejorar su propuesta de valor. La institución entiende que su misión no es transmitir conocimientos, sino formar a personas capaces de aprender a aprender, de adaptarse a un entorno en evolución y de liderar la sociedad del futuro.
Vivimos en un mundo donde el conocimiento se renueva a un ritmo vertiginoso, donde las profesiones del futuro aún no existen y donde la única constante es el cambio. Por eso, la capacidad de aprender de manera continua y autónoma se convierte en la competencia más valiosa.
La universidad debe formar estudiantes que dominen un cuerpo de conocimientos específico y que hayan desarrollado las habilidades metacognitivas que les permitan seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida.
La IA puede ser una aliada poderosa en este objetivo. Puede ayudar al estudiante a identificar sus fortalezas y debilidades, a establecer objetivos de aprendizaje realistas, a monitorear su progreso y a ajustar sus estrategias de estudio en función de los resultados.
Pueden proporcionar retroalimentación inmediata y personalizada, algo que en un contexto de masificación de la educación superior es prácticamente imposible de lograr solo con recursos humanos.
El rol del profesorado en la educación centrada en el estudiante
El profesorado juega un papel crucial en esta transformación. Lejos de ser sustituidos por la IA, los docentes se convierten en diseñadores de experiencias de aprendizaje y curadores de contenidos. Ambos roles requieren de una alta cualificación y de una comprensión profunda tanto de la materia como de las posibilidades pedagógicas de la tecnología.
El profesor debe ser capaz de orquestar todos los recursos disponibles —tecnológicos, metodológicos, humanos— para crear itinerarios formativos que sean coherentes, motivadores y efectivos. Además, esta figura sigue siendo insustituible en aspectos como la motivación, el acompañamiento emocional, la transmisión de valores y el modelado de actitudes.
La educación no es solo una cuestión de transferencia de información, sino también de formación integral de la persona. Y en esto, el factor humano sigue siendo fundamental.
UNIR: liderando la educación centrada en el estudiante
La participación de Miguel Arrufat en el I Congreso Futuro Iberoamericano subraya el liderazgo de UNIR en la reflexión sobre el futuro de la educación superior
Participó en una mesa de debate moderada por Rafael Puyol (presidente de UNIR) de debate junto a figuras de altísimo nivel como Eva Alcón (presidenta del Consejo de Rectores de las Universidades Españolas), Cristovam Buarque (ex rector de la Universidad de Brasilia y exministro de Educación de Brasil), Enrique Graue (ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México) y Alejandro Gaviria (ex rector de la Universidad de Los Andes y exministro de Educación Nacional de Colombia).
UNIR ha sido pionera en la implementación de un modelo educativo centrado en el estudiante. Ha aprovechado las posibilidades de la tecnología para ofrecer una formación flexible, personalizada y de calidad.
La universidad ha invertido en el desarrollo de plataformas tecnológicas avanzadas, en la formación de su profesorado en metodologías de enseñanza y en la creación de una cultura organizacional que valora la innovación y la mejora continua.